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domingo, 20 de noviembre de 2011

La metáfora del medico y sus hijos

Dios es el mejor medico de nuestra vida y nosotros, como hijos, debemos de ser sus mejores pacientes.
  • En una ocasión, un medico estaba en su casa, parado en el quicio de la puerta. De repente, escucho que uno de sus hijos le hablo con desesperación.
  • En ese momento descubre que sus tres hijos se han envenenado y están retorciéndose en el suelo del dolor. El medico, inmediatamente prepara una excelente medicina que aliviaría su sufrimiento
  • Se la da a tomar al primero de sus hijos, quien le ha llamado. El hijo al reconocer a su padre toma el medicamento e inmediatamente se cura.
  • El segundo, quien ya no tiene fuerzas para hablar, se entera por su hermano (quien ha sido curado) que su padre se encuentra ahí, y quiere darle el medicamento. Éste, abre la boca y recibe el medicamento, curándose rápidamente. El tercero, quien delira del efecto del veneno, no reconoce a su padre y rechaza la medicina. Su padre le habla, le pide que abra la boca, y lo alienta con lo mas sutil de su amor. Entonces le muestra a sus hermanos curados. Finalmente, cuando este reconoce a su padre y acepta el medicamento, él también se cura.
En esta metáfora, podemos interpretar al medico como Dios, mientras que nosotros somos los hijos, que se retuercen del dolor y sufrimiento por los venenos de la avaricia, el odio, la ira, la venganza, etc., y nuestra boca es nuestro corazón. Si abrimos nuestro corazón y recibimos a Dios entonces seremos mejores seres humanos. Sanaremos de cualquier enfermedad.
La mejor medicina es Dios. Quien acepta a Dios, quien lo recibe y le abre las puertas de su casa y su corazón, quienes le toman, pueden superar cualquier obstáculo y cualquier sufrimiento de la vida.

La sabiduría de Dios que encontramos al invocarlo, puede ayudarnos a recuperarnos de cualquier adversidad. Nos ayuda a encontrar nuestra fuerza interna, y el valor de nuestra vida y la de nuestra familia.

¡Amén!
Autor: Mauricio Aranda Solares
Dedicado a Dios por la fuerza que me ha dado y por los grandes regalos que me ha proporcionado.

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